Hacia una nueva auditoría

Hace veinticinco años cuando empecé en esta profesión, el primer día me entregaron el “kit del auditor” compuesto por un “liviano” portátil, de casi 5 kg y una maleta de “aviador” para transportarlo junto a un cuaderno, un portaminas, un bolígrafo rojo, tijeras, celo, grapadora, taladro, una calculadora y unos archivadores AZ. Mi primer pensamiento viendo todo encima de esa mesa fue: “¿Para qué trabajo me han seleccionado? ¿Me he equivocado de puerta al entrar?”

A pocos días de empezar el año 2022, cuando una persona se incorpora a una firma de auditoría como Baker Tilly, el material que se entrega se reduce a un portátil, ligero de verdad, y un móvil. Ahora bien, los avances tecnológicos en los últimos años no solo han cambiado el “kit de auditor”; también los procedimientos que realizamos los auditores para la obtención de evidencia de auditoría. Debemos abandonar la auditoría tradicional, analógica, y pasar a la auditoría digital.

Las empresas que auditamos se han digitalizado y han cambiado los procesos de elaboración de la información financiera y, por tanto, nosotros como auditores también debemos de cambiar nuestro día a día para enfrentarnos a una auditoría. No podemos seguir aplicando los mismos procesos que utilizábamos para entornos empresariales que actualmente ya se encuentran digitalizados.

La tecnología ha puesto a nuestra disposición multitud de herramientas que, con un perfecto uso, facilitan nuestro trabajo, y, por tanto, debemos aprovecharlas en nuestros procedimientos de auditoría. Por ejemplo, los cambios más visibles han sido:

  • El cambio de enfoque de revisión de muestras, que debe pasar a la revisión del 100% de la población.
  • El envío de cartas postales de confirmación de saldos y transacciones, proceso que se cambia por programas de envío y recepción de emails automáticos a los destinatarios.
  • Punteos, que son sustituidos por programas que obtienen el saldo vivo a una fecha determinada, etc.

Y no solo quedarnos en que estos procesos sean más rápidos por los programas que usamos actualmente, sino que también optan por pasar a nuevos procesos de verificación.

Aparte de las mejoras en la práctica de la auditoría, la aplicación de la tecnología nos debe de llevar a la globalización de nuestro trabajo, incorporando a nuestras firmas a personal de cualquier parte del planeta, con los beneficios que aporta está opción. Además, este entorno tecnológico, va a ayudar a la captación de personal de las nuevas generaciones que están atraídas por estos procesos digitales y a la posible retención del personal existente, gracias a la conciliación que añade esta nueva tecnología a los puestos de trabajo.

Las firmas de auditoría tienen que adaptarse a esta nueva forma de trabajar que aporta muchos beneficios, pero este cambio no está exento de riesgos que habrá que tener en cuenta y a los que habrá que poner los controles necesarios.

Estamos ante un gran reto, al que debemos enfrentarnos y para ello, deberemos adaptar nuestras firmas y al personal, proporcionando la formación necesaria para que puedan enfrentarse a estos cambios. La mayor parte de nuestro tiempo se tiene que emplear en dar ese valor añadido que aporta a nuestro trabajo, y las tareas manuales deben pasar a ser realizadas por las máquinas. Además, deberemos buscar otros perfiles distintos a los especializados en el área financiera, para que desarrollen estas nuevas tareas.

Esta transformación digital tiene que llevarnos a una modernización de nuestra profesión: la auditoría ha cambiado, va a cambiar y nosotros como firma y auditores, también debemos cambiar.