El entorno cambiante y agresivo del mercado actual hace que las compañías tengan la necesidad de ser más competitivas. Esto se traduce en que tienen que ser más efectivas y eficientes. Una de las maneras de mejorar la competitividad a nivel interno, concretamente en el área de operaciones, es mejorar el rendimiento a nivel productivo.

Toda mejora en el proceso productivo necesariamente debe ser medible. Sin esto nunca se sabrá si una propuesta de mejora va a ser efectiva o no, ni tampoco sabemos en qué estado se encuentra en un determinado momento.

Las nuevas tecnologías de captación de datos en líneas de producción hacen que sea relativamente sencillo recopilar esta información valiosa. Pero esta información no sirve de nada si no es explotada y posteriormente analizada. La necesidad del control de estos datos se lleva a cabo, generalmente, mediante indicadores de proceso o KPIs. Mediante estos indicadores se tendrá una fotografía del momento de la situación actual y se podrán comparar tanto intervalos anteriores de tiempo como con objetivos marcados a futuro.

En base a los resultados medidos, se tomarán una serie de decisiones que intentarán mejorar el rendimiento esperado y así intentar que la compañía sea más competitiva en el mercado.

Los distintos apartados de los que se compone el cuadro de mandos son: